sábado, 5 de marzo de 2011

El Circo Mediático



En mis días de infancia cuando el circo llegaba a la ciudad se anunciaba con gran algarabía. Había megáfonos por doquier y hasta aviones que repetían el mismo mensaje una y otra vez, aumentando así la expectativa del niño de querer presenciar esas fantásticas acrobacias, aquellos exóticos (y pobres) animales y a los “valientes” domadores que ante nuestros inocentes ojos arriesgaban la vida al enfrentar a tan peligrosas fieras. Payasos y malabaristas desfilaban frente a nosotros asombrándonos y alegrándonos, robando de nuestras bocas maravillosas carcajadas.

Hoy en día, me encuentro ante una situación similar a la que recuerdo de aquellas épocas, pero lamentablemente esta vez no es alegría ni risas lo que me producen, sino todo lo contrario, un gran pesar y disgusto al ver que la naturaleza cirquera ha mutado a un ámbito donde la objetividad y seriedad deberían de ser los valores que se respeten y sigan, me refiero al nuevo Circo Mediático que no aparece por temporadas, sino que lo tenemos todos los días en nuestras casas.

Igualmente que en el circo tradicional, observamos malabaristas, payasos, acróbatas, animales (no tan exóticos), domadores (pero esta vez no de fieras, sino de conejos), magos y como siempre, el dueño del circo que dirige toda la función.

Encendiendo la televisión o la radio, leyendo los diarios que antes teníamos como referentes fundamentales o termómetros de la realidad argentina, vemos y oímos a dirigentes políticos, periodistas, analistas o “especialistas” políticos y económicos que sinceramente deberían de ponerse el bonete y la nariz roja para salir en los medios, porque otra explicación no existe para que puedan actuar y hablar de la forma que lo vienen haciendo si no viene enmarcado dentro de un ámbito humorístico, y un humor demasiado negro para mi gusto para ser franco.

Payasos como Lilita, Pinedo o la pato Bullrich, cuyas declaraciones cambian de acuerdo ha como se levantaron ese día o a lo que su patrón Magnetto les dijo, donde conviene decir cualquier cosa con tal de decir algo, donde en vez de reírnos de sus payasadas, con sus payasadas ellos se ríen de nosotros los argentinos y tiran tortazos por diestra y siniestra total saben que en algún momento los que terminarán con la cara sucia serán ellos.

Malabaristas como Macri, De Narváez o Duhalde, que con sus ardides y trucos tratan de desviar la atención del público para que no vean lo que son en realidad o lo que hicieron en el pasado. Con sus malabares hacen girar los platillos, mantienen en el aire incontables objetos, escupen fuego por la boca, con tal de mantener embobada a la ciudadanía con numeritos baratos.

En fin, la lista de estos nuevos “artistas” del Circo Mediático se acrecienta día a día, pero están ante un problema, la cola de personas que asiste a ese circo se está achicando. Con el debate político instaurado en la sociedad, con el ciudadano informado y no desinformado por este bochornoso espectáculo, sus actos y trucos están quedando viejos, obsoletos y demasiado evidentes.

Nos encontramos ante un momento histórico en la vida política de la Argentina, donde demasiados hechos diarios demuestran como los poderes económicos concentrados manipulan a su antojo a muchos de los “representantes” de nuestro pueblo, donde lo hacen tan abiertamente que uno se pregunta si nos están tomando el pelo o verdaderamente no les importa que lo sepamos. De nosotros depende que este tipo de espectáculos se termine de una vez por todas y que el circo quede en el ámbito donde debe estar, en las carpas y hecho por artistas que nos maravillen con sus proezas, no por individuos pseudo-serios que tomen a la actividad circense como un hobby para hacernos llorar a todos los argentinos con sus mamarrachos diarios.


Ignacio Spontón Costa

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