Habiendo pasado escasos días desde las elecciones primarias en nuestra provincia, ha habido ya una innumerable cantidad de análisis hechos y deshechos en base a especulaciones futuras, pero, también y fundamentalmente, sobre la performance de los pre-candidatos de las distintas fuerzas políticas que, el 22 de mayo, aspiraban a obtener la mayor parte de la representación de los santafesinos por medio de sus votos.
Si hay una verdad en todo proceso electoral, es que los números no mienten, y en el caso particular que se analiza en el presente artículo, los números, además de no mentir, demostraron una realidad ineludible: para hacer política, hace falta mucho más que una cara famosa.
Miguel Torres Del Sel, pre-candidato por la “Unión Pro Federal”, improvisado soldado de Macri en la provincia, apareció súbitamente en el escenario político santafesino codiciando el puesto principal de la Casa Gris, con una perorata tan vacía y carente de contenido como lo fue volátil en su naturaleza discursiva.
Cuando desde los principales frentes electorales como fueron el “Frente Santa Fe para Todos” y el “Frente Progresista Cívico y Social”, sus pre-candidatos en todas las categorías explicaban y presentaban sus propuestas, plataformas electorales, proyectos políticos y futuras estrategias de gestión, “el Profe”,(apodo que se le atribuyó en determinados medios a Miguel Torres del Sel al argumentar que estaba capacitado para gobernar la provincia porque era profesor de educación física, a pesar de que nunca en su trayectoria de vida se interesó siquiera en conocer la geografía ni mucho menos las problemáticas que acaecían en Santa Fe) orgullosamente se presentaba en los medios de comunicación diciendo que era un “buen tipo”, con “buenas intenciones” , y que su principal fuerte era que no venía de la política ni que se había interesado en ella, cuestión para nada menospreciable al considerar su aspiración a ser gobernador de una de las provincias más ricas y más densamente pobladas de la Argentina.
Obviamente no se está aquí descalificando el derecho de todo argentino de poder ser electo para un cargo público, pero los derechos conllevan responsabilidades, y la responsabilidad en el caso de Torres Del Sel parece haber sido omitida conscientemente tanto por él como por el partido político (PRO) que lo impulsó de un día para el otro a tratar de hacerse de la gobernación de Santa Fe. Como es de esperarse en cualquier candidato que anhele un cargo de tal importancia, es necesario un “mínimo” de conocimiento sobre la realidad santafesina, en base a cuestiones como la seguridad, la educación, el empleo, la producción, la descentralización de los recursos a nivel provincial (por nombrar algunas), y cuáles serían sus propuestas con respecto a las mismas. He aquí la tragi-comedia del discurso de este comediante, ya que al inquirirlo sobre estos puntos, su respuesta era cuasi inexistente, al transmitir que, paradójicamente, el aún no estaba preparado para responder a tales preguntas, por lo que se rodearía de “gente” que “conocía” sobre las mismas, y que en base a ellos, dirimirían las estrategias correspondientes.
Al escuchar y leer este tipo de declaraciones, uno se preguntaba si lo que había presenciado era un nuevo sketch humorístico de MIDACHI, pero al ver que hasta sus compañeros del trío comediante objetaban la decisión de Torres Del Sel en sus aspiraciones políticas, no quedaba duda de que esta era la triste realidad.
Afortunadamente, la sociedad santafesina supo ver esta artimaña que tomó por sorpresa a más de un ciudadano. Demasiado sufrió nuestro país por personajes como éste que en la década del noventa trataban de hacer un uso inescrupuloso de su fama (o infamia en determinados casos) para engañar al electorado y tratar de crear una imagen ilusoria de que mientras más lejos se esté de la política, mejor le iría al país.
Al establecer un análisis sobre este tipo de “figuras políticas”, hay que, además de observar y analizar exhaustivamente su “itinerario” público, remitirse en este caso a los números duros que nos dejó la última elección. De un total de 1.764.084 votantes, fueron 1.528.593 ciudadanos los que con su voto NO confiaron en la parafernalia, la superficialidad y el intento de ridiculizar el sistema electoral democrático votando a un paracaidista ajeno a cualquier tipo de intención válida para dirigir la provincia. Torres Del Sel apuntó, diciéndolo el mismo, al voto simpático, y eso trató de establecer en cada declaración pública que realizó. Utilizando una estrategia de no hablar (ya que directamente no podía hablar sobre cuestiones que le eran totalmente desconocidas), no escatimó recursos a la hora de tratar de engañar al electorado hacia una fórmula que encabezaba que no tenía ni pies ni cabeza.
El engaño obviamente no funcionó, los números lo dicen, y ese escaso 13% obtenido el pasado fin de semana, remite a un electorado que nos recuerda el exacerbamiento de la sociedad en el 2008 con respecto a la resolución 125, donde el sistema democrático era totalmente menospreciado, donde figuras iban y venían en un intento sórdido de separar a la sociedad en base a intereses económicos netos sin discutir sus motivos ulteriores que eran clara y perfectamente ideológicos.
Miguel Torres Del Sel es un remanente de la decadencia dirigente que presenciamos con la “pseudo clase política” argentina de la última década del siglo pasado, y eso fue lo que se demostró el pasado 22 de mayo en las urnas.
87 de cada 100 santafesinos, le dijo “NO” a Torres Del Sel. 87 de cada 100 santafesinos demostró con su voto que lo que requiere esta provincia son personas capacitadas y con el conocimiento suficiente como para confiar en ellos la seguridad de sus barrios y de su familia, la educación de sus hijos y la estabilidad y el desarrollo de su provincia. 87 de cada 100 santafesinos le dijo a Miguel Torres Del Sel que con la democracia no se juega, que las improvisaciones las deje en el escenario artístico, que no las traslade al ámbito público.
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